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Demasiado deseo


Un texto escrito para la revista feminista La Cuerda.


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La literatura francesa nos ha dejado esos arquetipos memorables, decisivos personajes para siempre literarios, lo que es decir: para siempre reales. Abramos una novela cualquiera, por caso Le Père Goriot, y ya habremos encontrado a un trepador exaltado, actor o títere en la propia trama de su deseo. Hablo, por supuesto, de Rastignac.

Pero si de deseo se trata, la historia parece haber elegido a un personaje aún más patético y diabólico: Madame Bovary. De todos los posibles ejemplos, éste es el que más tristemente se parece a nosotros, los humanos. Vargas Llosa, en un estudio de nombre dichoso, nos dice que “Emma representa y defiende de modo ejemplar un lado de lo humano brutalmente negado por casi todas las religiones, filosofías e ideologías, y presentado por ellas como motivo de vergüenza para la especie”. Es una frase profundamente cierta, y profundamente equivocada, profundamente transgresora, y apenas romántica.

En realidad, la sociedad es la condición del deseo. La sociedad, esa compleja colección de límites y concesiones, es el único hábitat posible para el deseo, cuyo propósito paradójico es contravenir la sociedad.

Aquí hay una complejidad. Contravenir la sociedad es su propósito consciente. Su propósito inconsciente –fundamental para su sobrevivencia– es fracasar: suicidarse. Emma, que es deseo puro, se envenena a sí misma. Porque desde el momento en que el deseo supera la sociedad, cesa. El deseo, que se funda en la negación de la sociedad, depende de ésta para existir. (Incluso el deseo beato de querer una sociedad más justa es a todas luces una perfecta negación de la misma.) Quiere decir esto que conforme aumenta el peso de la sociedad en el individuo aumenta su deseo, y conforme aumenta el deseo del individuo aumenta el peso de aquélla. Es un contubernio macabro. No hay error más craso que considerar a la sociedad de un lado y el deseo del otro.

La pregunta es: ¿será posible renunciar al deseo cuando la sociedad ya está dada, cuando es eterna? (Eterna en el sentido de que es anterior a mi pasado y futuro privados.) Es una interrogante que causa grandes ansiedades.

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