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El antídoto de Francisco Goldman


Una reseña en Guatemala no es algo muy pagado que digamos. Entonces uno lo que NO quiere como reseñista es tomar un mamotreto de más quinientas páginas, porque resulta contraproducente leer tanto y ganar nada. Pero hay libros que subvierten esta manera de operar: son tan interesantes, que uno está dispuesto a dedicarles horas y horas, horas/hombre y horas/hombre. Hace unos días, me llamó Lucrecia Ardón para que lo presentase, el libro, en la venidera FILGUA, pero yo ya no tengo nada que ver con la literatura y todas sus operaciones. Sigo escribiendo –y me refiero a la actividad periodística, pues la estrictamente literaria ya está estrictamente enterrada– porque es lo único que se hacer, y de algo me tengo que ganar la vida. Digamos que no conozco otra cosa: mientras otros estaban redactando su tesis, yo me estaba drogando… y escribiendo, que es un poco lo mismo. Eso sí: si me voy a dedicar a reseñar libros, mejor que sean libros excelentes, como el de Goldman. El link:

http://www.anagrama-ed.es/PDF/Goldman%20CR%2083%20-%20Siglo%20XXI%20Guatemala.pdf



Pura música editorial. Anagrama ha puesto en circulación El arte del asesinato político, un libro que muchos guatemaltecos leyeron pero también que muchos guatemaltecos dejaron de leer, por estar originalmente en inglés.

Ya en español, la experiencia se vuelve más íntima, más aborigen, más democrática. Cuando surgen las traducciones es que hay dignidad literaria y –en este caso específico– periodística y moral.

Y moral y periodística. Guatemala como guerra teológica entre segmentos de información y desinformación. Mitos colocados como bombas en la ciudad histórica. Estamos hablando de todos esos testimonios falsos o retractados, de todos esos informantes y desinformantes, de tantas mentiras y parodias legales, que mentalidades prejuiciosas absorbieron con avidez malsana. Los argumentos son sustituidos por percepciones erráticas. Cualquier caricatura vulgar basta para impregnar la conciencia social. Como si Hamlet, en lugar de hacer una obra de teatro para desenmascarar al asesino de su padre, hiciera una obra de teatro… para encubrirlo. Un antiHamlet.

El libro de Goldman funge como antídoto a todo ello. Un trabajo de periodismo serio. Ocho años de investigación. Fuentes de primerísima mano.

Las condiciones para un local de ejercer el periodismo de aliento –esto es: un periodismo que rebase el formato del periódico, y busque el libro largo– son mínimas. ¿Quién aquí está realmente en condiciones de hacerlo?

El extranjero Goldman –él sí– pudo reunir las condiciones para manufacturar una obra masiva de 528 páginas, de potencialidades cinematográficas, y desde el título magnifico. Es un libro paciente: uno intuye que para escribir esas 528 páginas tuvo que escribir e investigar muchas más, además del formidable trabajo de campo (Goldman se mantuvo extremadamente cerca del proceso; fue el único periodista presente en la exhumación de Gerardi, por ejemplo).

El arte del asesinato político es un viaje a la ingeniería del terror, versión Guatesádica, sin fabulosos Grissoms en la escena del crimen ni sofisticados programas de protección al testigo. Un ABC de cómo funciona la inteligencia militar en el país, con toda su estructura de intimidación. Además de Gerardi, hubo muchos muertos en el caso Gerardi. Esta momia de Tutankamón llevó a muchos a un destino maldito.

Entonces era necesario que algo tan asqueroso fuera contado con limpieza, orden y estructura. Goldman reintegra toditos los pormenores del caso a la crónica, recrea los hilos digitales de la investigación, reconstruye minuciosamente escenarios (por mencionar algo, los detalles de lo que comía Balú, o el reinado de Lima Estrada en la cárcel), y logra hacerlo sin aturdir ni fatigar el lector.

Puntillismo informativo, ebullición de datos, celebración periodística. Goldman pone la mirada donde otros no lo hicieron. El libro parte del crimen, atraviesa la investigación, concibe la parte jurídica, en un arco fascinante que lo deja a uno sin aliento, hasta llegar a un epílogo escrito en el 2008, con objeción a detractores, y toda clase de jugosos datos recién cortados.

La cantidad de viñetas periodísticas es admirable. Las partes descriptivas articulan tremendamente el relato (así la descripción de la sala del juicio). Y todo el tiempo el lector sentirá vecindad con los personajes (desde los intrépidos Intocables hasta el Padre Orantes, desde Edgar Gutiérrez hasta un charlatán Reverte Coma, desde el fiscal Zeissig hasta el coronel Lima Estrada).

Un thriller político de Tercer Mundo, que será para siempre la envidia de todos los novelistas de ficción.

Pero más allá de lo palpitante del relato, el libro es valioso como una visión consistente del caso Gerardi. En general los guatemaltecos guardamos en la memoria varios momentos de la historia: pero nunca la secuencia entera. Y es en la secuencia donde surge el auténtico insight. Es valiosísimo ver el caso en su versión alongada, y no por meros fogonazos mediáticos. El libro es útil para aquellos que simplemente no tuvieron la energía para seguir el caso y sus inflamadas bifurcaciones.

Después de leer El arte del asesinato político, uno se queda con la impresión de que el caso Gerardi está mucho más resuelto de lo que varios piensan.


Título: El arte del asesinato político, ¿Quién mató al obispo?
Editorial: Anagrama
Año: 2009
Páginas: 528

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