Ediciones sentidas. Los dos libros de Eduardo Halfon –Clases de Hebreo y Clases de dibujo, 2008 y 2009– fueron empujados por AMG Editor, casa de publicación riojana, y han quedado como dos elegancias editoriales en su bibliografía. Halfon vivió en La Rioja su aventura ibérica, al punto que, en un clip filmado en la zona, hallable en You Tube, aparece hablando con un grave y panteónico tono castizo.
Los libros, estos dos libros, son de naturaleza monográfica. Como él mismo ha dicho en una entrevista: “En Clases de hebreo, debido a una selección caprichosa del editor, usé el género del cuento para entrar al mundo judío o hebreo; y en Clases de dibujo, debido ahora a una azarosa caminata en Matute, lo usé para entrar al espacio del dibujo o dibujante.” Sirva esta reseña como un tiro para matar dos pájaros. Pueden ser dos pájaros distintos, o pueden ser dos alas de un mismo pájaro, o dos pájaros de un ala que se juntan para volar, en plan Apollinaire.
En Clases de hebreo ya se encontrará el interesado con un librillo exacto, con cuentos variables, y un tema inteligente. Si el lector ya leyó el libro de Halfon Siete minutos de desasosiego (Editorial Panamericana) (y si no lo ha hecho, debería) entonces ya habrá leído dos de los cuatro cuentos que componen Clases de hebreo: el que le da título a la obra y otro titulado Llanta pache. Ambos fueron trasplantados a esta edición, en donde además vienen acompañados de las ilustraciones del artista Tito Inchaurralde.
Halfon es judío pero no es Steiner y lo judío en él será un tópico, acaso significativo, pero de ninguna manera una ceremonia intelectual, ni una obsesión axiomática. No se trata de abordar “la cuestión judía”, temperamentalmente, sino de establecer un puñado de momentos de origen biográfico o cuasibiográfico y más bien divertirse literariamente con ellos. El resultado es bello. Así por ejemplo, El lenguaje de los elefantes es todo un golpe maestro.
Siempre nos ha gustado Halfon porque en sus frases hay una exigencia clásica –el ritmo, la compostura– y por sus diálogos y por la manera en que lo lleva a uno a través de las situaciones narrativas que ensambla y por el sentido de la proporción entre lo que dice y lo que no dice y porque sabe cómo colocar la parte emocionante pero a la vez emociona cuando nada está pasando y porque sus relatos son mezclas virtuosas entre lo sorprendente y lo cotidiano y porque sus cuentos se abren a lo mágico pero jamás rebasan el límite elegante de lo ordinario.
No sería espurio decir que se trata del cuentista actual más equipado del país, el más leal, por lo menos, al género. Sus cuentos siempre quedan muy logrados, tanto los largos como los cortos (y en esa cortitud completos, nada hay que añadirles). También nos ha gustado siempre por ese humor perseverante. Escribir sin humor no es escribir, exactamente.
Clases de dibujo es el otro libro publicado por AMG Editor. El hilo conductor –lo dice el autor, lo dice el título– es el dibujo. Puede ser, puede ser. Pero más exacto sería decir que el hilo conductor es la infancia. En casi todos los cuentos hay infantes presentes, y en el último relato hay, no un infante, pero sí un momento infantil (la infancia no como categoría biológica sino como zona interior). Así como Clases de hebreo está contado desde la perspectiva de un judío voluntario o involuntario, Clases de dibujo está contado desde la perspectiva de un sistema de inocencia, inclusive si esa inocencia es cruel (El poder de la euforia).
Una inocencia interpelada. Aquí, el rol de Halfon ha sido el de fungir de bisagra entre el mundo privado y el mundo intruso de lo real. En varios de los relatos nos encontramos con el caso de una infancia de burbuja de pronto deslimitada por algo Externo (como el terremoto en Polvo) o Chocante (la niña de los muñones, en Corazón, no moleste) o Singular (el encuentro con Filipa, en Clases de dibujo) o Intimidante (el sobre amarillo, en El poder de la euforia). O volviendo a Clases de hebreo, por algo Inefable (la muerte en Luto). Eventos que sirven como disparadores o aperturas momentáneas a un nivel de incomodidad o contingencia creativa que no existía previamente, y que dejan una impresión bastante inquietante. Acaso el mundo vuelve a la normalidad, pero esa impresión ha quedado allí, como un signo de lo que no miente. Todos hemos pasado por eso. De hecho, uno siempre se reconoce en lo que Halfon cuenta: es como si Halfon hubiera sacado la historia de la infancia de uno, y no de la de él. Será que la infancia es nuestro sueño compartido, como lo es de hecho la literatura.
Título: Clases de hebreo
Editorial: AMG Editor
Año: 2008
Páginas: 46
Título: Clases de dibujo
Editorial: AMG Editor
Año: 2009
Páginas: 53
Los libros, estos dos libros, son de naturaleza monográfica. Como él mismo ha dicho en una entrevista: “En Clases de hebreo, debido a una selección caprichosa del editor, usé el género del cuento para entrar al mundo judío o hebreo; y en Clases de dibujo, debido ahora a una azarosa caminata en Matute, lo usé para entrar al espacio del dibujo o dibujante.” Sirva esta reseña como un tiro para matar dos pájaros. Pueden ser dos pájaros distintos, o pueden ser dos alas de un mismo pájaro, o dos pájaros de un ala que se juntan para volar, en plan Apollinaire.
En Clases de hebreo ya se encontrará el interesado con un librillo exacto, con cuentos variables, y un tema inteligente. Si el lector ya leyó el libro de Halfon Siete minutos de desasosiego (Editorial Panamericana) (y si no lo ha hecho, debería) entonces ya habrá leído dos de los cuatro cuentos que componen Clases de hebreo: el que le da título a la obra y otro titulado Llanta pache. Ambos fueron trasplantados a esta edición, en donde además vienen acompañados de las ilustraciones del artista Tito Inchaurralde.
Halfon es judío pero no es Steiner y lo judío en él será un tópico, acaso significativo, pero de ninguna manera una ceremonia intelectual, ni una obsesión axiomática. No se trata de abordar “la cuestión judía”, temperamentalmente, sino de establecer un puñado de momentos de origen biográfico o cuasibiográfico y más bien divertirse literariamente con ellos. El resultado es bello. Así por ejemplo, El lenguaje de los elefantes es todo un golpe maestro.
Siempre nos ha gustado Halfon porque en sus frases hay una exigencia clásica –el ritmo, la compostura– y por sus diálogos y por la manera en que lo lleva a uno a través de las situaciones narrativas que ensambla y por el sentido de la proporción entre lo que dice y lo que no dice y porque sabe cómo colocar la parte emocionante pero a la vez emociona cuando nada está pasando y porque sus relatos son mezclas virtuosas entre lo sorprendente y lo cotidiano y porque sus cuentos se abren a lo mágico pero jamás rebasan el límite elegante de lo ordinario.
No sería espurio decir que se trata del cuentista actual más equipado del país, el más leal, por lo menos, al género. Sus cuentos siempre quedan muy logrados, tanto los largos como los cortos (y en esa cortitud completos, nada hay que añadirles). También nos ha gustado siempre por ese humor perseverante. Escribir sin humor no es escribir, exactamente.
Clases de dibujo es el otro libro publicado por AMG Editor. El hilo conductor –lo dice el autor, lo dice el título– es el dibujo. Puede ser, puede ser. Pero más exacto sería decir que el hilo conductor es la infancia. En casi todos los cuentos hay infantes presentes, y en el último relato hay, no un infante, pero sí un momento infantil (la infancia no como categoría biológica sino como zona interior). Así como Clases de hebreo está contado desde la perspectiva de un judío voluntario o involuntario, Clases de dibujo está contado desde la perspectiva de un sistema de inocencia, inclusive si esa inocencia es cruel (El poder de la euforia).
Una inocencia interpelada. Aquí, el rol de Halfon ha sido el de fungir de bisagra entre el mundo privado y el mundo intruso de lo real. En varios de los relatos nos encontramos con el caso de una infancia de burbuja de pronto deslimitada por algo Externo (como el terremoto en Polvo) o Chocante (la niña de los muñones, en Corazón, no moleste) o Singular (el encuentro con Filipa, en Clases de dibujo) o Intimidante (el sobre amarillo, en El poder de la euforia). O volviendo a Clases de hebreo, por algo Inefable (la muerte en Luto). Eventos que sirven como disparadores o aperturas momentáneas a un nivel de incomodidad o contingencia creativa que no existía previamente, y que dejan una impresión bastante inquietante. Acaso el mundo vuelve a la normalidad, pero esa impresión ha quedado allí, como un signo de lo que no miente. Todos hemos pasado por eso. De hecho, uno siempre se reconoce en lo que Halfon cuenta: es como si Halfon hubiera sacado la historia de la infancia de uno, y no de la de él. Será que la infancia es nuestro sueño compartido, como lo es de hecho la literatura.
Título: Clases de hebreo
Editorial: AMG Editor
Año: 2008
Páginas: 46
Título: Clases de dibujo
Editorial: AMG Editor
Año: 2009
Páginas: 53
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