Se puede decir que toda la creación de Let it be es una completa traición a su título. Una lucha entre la voluntad artificial de una banda ya incierta, ya en ciernes, y la voluntad natural de la impermanencia de las cosas. Al momento de ser grabado, los Beatles estaban en una etapa de fricción latente, y acaso tocaron en esa azotea del estudio en Savile Row porque tan poco después habrían de tirar el proyecto de la agrupación por la misma. Así que estamos hablando de un álbum forzado y contra natura. Grabarían un disco más –Abbey Road– y ya. En cuanto a la producción, hay que recordar que hubo por lo menos dos intentos fallidos antes de la versión que conocemos, la de Phil Spector, que la untó con esa su mermelada rebuscada. Si yo fuese la NASA, hubiese mandado Let it be y no Across the universe al espacio sideral, o Get back (porque además nada mejor se le puede desear a una rola que va a viajar durante 431 años luz). Jai guru deva om.
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