obra
crítica
maurice
echeverría

¿Y dónde está Vicente Aleixandre?

Una mirada justa para un libro olvidable. Ésta es la primera versión de la reseña, como se la mandé a Fidel de Siglo XXI, y éste, en su infinita prudencia, me pidió clemencia y cuartearla. En el link encontrarán el texto tal y como se publicó:

http://magacin-gt.blogspot.com/2009/04/y-donde-esta-vicente-aleixandre.html



Ala usted

En tiempos de universidad –hace una masa de años– me abordó alguna muchachita (era linda pero buena gente, diría Calamaro) en la cafetería:

–¿Y usted qué estudia?

–Filosofía y letras –respondí yo.

–Ala usted, qué cool. Pero allí hay que leer un montón, vaa.

–No hay que leer nada. Todos los conocimientos se transfieren telepáticamente de la mente del maestro a la mente del estudiante

–Ala usted, cómo chinga, baa. Ala usted, ya en serio, ¿no ha leído “Cien años de soledad”?

–Jamás he oído de semejante libro.

–Ala usted. TIENE que leerlo. Es el único libro que casi termino.


La maldición Márquez

Márquez ha destruido en Guatemala a dos generaciones de lectores, y quizá a tres. Por leer a Márquez cientos y miles jamás leyeron a Paz, cientos y miles jamás a Cela, y cientos y miles jamás leyeron a Aleixandre, por mencionar a otros nóbeles en nuestro idioma.

Lectores que se dieron por bien servidos. Y no leyeron a nadie más.

Bueno, no es verdad: leyeron a Ángeles Mastretta.


Publicando espejos


Demasiados secretos, libro de Anabella Giracca, posee todas los tics de la telenovela realista mágica, que debió quedar enterrada en el siglo pasado. Lamentablemente no fue el caso. Y ahora el siglo XXI también está infectado.

Ya se sabe que las estirpes condenadas a “Cien años de soledad” no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

Una segunda oportunidad de Nóbel.

Obras macondianas hasta en el cocido. Todas ellas creando un espacio continental arquetípico que ha dejado de ser colombiano, o chileno, o guatemalteco, aunque se sitúe en esos países. Es sobre todo, un Espacio Editorial Factible. Las editoriales –en este caso Alfaguara– publican estos diseños miméticos –espejos– que han sido aderezados con todos los ingredientes macondianos a la orden del día; claro está, en su versión descafeínada: sagas familiares, combinadas con intrigas nacionales, amores imposibles, prontuarios gorditos de insoportables costumbres criollas, sucesos extraordinarios en clave Deus ex machina, personajes que dicen cosas contundentes y latinoamericanas, descripción obligatoria de alguna casona patrimonial, demencia de uno o varios de los personajes, presumiblemente el abuelo, tórridos encuentros sexuales, en fin, todo eso, y más, y algún indio, o india.

A Giracca sólo le hizo falta meter al gitano Melquíades –aunque sí tuvo la delicadeza de meter a un mago ruso de circo. La forma de amasar la historia y proveer párrafos, el tonito estilístico, todo nos remite insoportablemente al nóbel colombiano. Algunas cosas ya rozan el facsímil.

Y para muestra un botón. ¿Recuerdan el hilo de sangre en Cien años de soledad?: “Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas abajo…” En la novela de Giracca: “Un chorro de sangre espesa inició su ruta. Pasó debajo de la puerta y, con su fuerza caliente, emprendió su retorno al mar.”

Y otras similitudes epatantes.

Con la única diferencia de que la saga de Márquez es descomunal, milimétrica, inconcebible, un manglar, un Gaudí. Y la de Giracca… Bueno, no vamos a insistir. Debió hacer lo que Márquez: leer a Faulkner. Otro gallo cantaría. Y no reducir la guerra civil guatemalteca –una desollación cósmica– a una historia mullida de cariños y descariños, sin auténtica oscuridad. El argumento de una hija burguesa que se mete “a babosadas” es demasiado precioso como para derrocharlo de semejante manera.

En realidad, uno pensaría que la Giracca se iba a despachar un libro más combativo, pues tiene reputación de ser una mujer con ideas. Se trata, me parece, de llevar toda esa masa chorreante de opinión que uno lleva dentro y transformarlo en literatura original.

Oh ruiseñor qué trabajo miserable el de reseñar a veces. Y sin un sueldo Simon Cowell.


Karaoke Fan club

Si usted pertenece a la franja de lectores Allende. Si a usted le gusta la clase de expresiones tipo “el olor a golondrina de sus manos tibias”. Si usted perdió la virginidad literaria en un motel barato llamado Laura Esquivel. Entonces Demasiados secretos es, sin más, la novela que anda buscando.



Título: Demasiados secretos
Editorial: Alfaguara
Año: 2009
Páginas: 221

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te pasás! jajajaja!!! Bueno bueno bueno... jajajaja

Pero, Cela no es mi tipo, y además es español. Y Marquéz efectivamente es una trillazón. Como hiciste tremenda lista de malas autoras? Lo siento tanto por mi genero, pero son patéticas. Por mujeres así nos estereotipan a todas, va!

Y Octavio, bueno, pobres los que se pierden de todo eso y más, más de lo bueno.

Y pobre la chica de la cafe, jajaja!!!

TG

Noé Lima dijo...

Aleixandre siempre será lo mejor de los 27, su opus analizado por Carlos Bousuño debe ser estudiado por todo poeta. Lee a ese autor Maurice, te lo recomiendo. Un abrazo hermano.

 
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 License.