Preguntan qué
significa escribir desde Centroamérica. Y eso para uno es ya bastante incómodo.
Porque uno ha querido siempre escribir, justamente, contra esa clase de
descripciones comarcales.
Por otro lado,
la identidad es una categoría ineludible. No pueden ser evitados el contexto y
la circunstancia. De unos años para acá soy más consciente de ser un autor de
la América Central (redes sociales han jugado un papel determinante en ello).
Por supuesto, no es que escriba deliberadamente como centroamericano o como
ciudadano del tercer mundo –eso sería una completa atrocidad– pero hay toda un
conjunto de materiales, de tópicos, de energías muy propias de la realidad
ístmica actual que se van filtrando inevitablemente en la propia obra.
Escribimos
como centroamericanos por escribir de todos esas cosas centroamericanas, pero
también por escribir de cara a ciertas dificultades o taras impuestas al oficio
en la región. Para empezar, escribir en Centroamérica es escribir en un lugar
en donde no existe un mercado literario real, ni un aparato editorial más allá
del sentimental. Entonces no solo cargamos la cruz de una profesión aquí
fantasmagórica, y no solo tenemos que soportar las vicisitudes de crear letras
en círculos calificadamente pequeños, agresivos, mediocres, fanáticos y
mezquinos, además lo hacemos de gratis. Eso, mis amigos, nos certifica como auténticos pendejos.
Es cierto que
muchas de las limitaciones de escribir en América Central se han visto
sobreseídas, o compensadas, por nuevas posibilidades ya incitadas por el
cerebro global. Con esas nuevas posibilidades vienes mayores grados de
responsabilidad identitaria. Ya no somos solo centroamericanos, somos criaturas
más o menos universales. La composición de identidades que nos toca deglutir es
mucho más compleja: coyunturas, modos y realidades distantes son
hipersuccionadas en nuestro sistema nervioso, que de vez en cuando colapsa.
Al final, todo
eso tendrá también que ser integrado y trascendido. La pregunta final es:
¿podremos escribir sobre todo y todas las cosas desde ninguna parte? Es una
pregunta que bien vale la pena hacerse.
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