Uno de los movimientos recientes que han
despertado no poco interés y membresía en el mundo de los negocios es el de las
“empresas conscientes”.
Uno googlea el término “conscious
business” (“negocio consciente” o “empresa consciente”) y de inmediato surge
una fornido registro de páginas sobre el tema (por ejemplo: http://www.consciouscapitalism.org
o http://flowidealism.com). Se trata de una tendencia que busca deslindarse del
capitalismo empresarial implosivo, manipulador, rapaz, reaccionario, para formular un nuevo paradigma
en el universo de los negocios. Hemos visto la emergencia de institutos, entrenamientos,
seminarios, cumbres, podcasts, toda clase de expresiones dinámicas vinculadas a
este movimiento. Y de empresas, claro. La cultura empresarial más visible incluso
empieza a adoptar rasgos conscientes. Empresas situadas como Cosco, Southwest
Airlines, el retailer Whole Foods, o el gigante Google, muestran algunos de
estos rasgos.
Buenas
nuevas
¿Es que hay otra forma de hacer negocios
que aquel que ya conocemos, con su sucursal de pulsiones bajas, tumbos depredadores
y narcisistas, inconmensurable agresión planetaria, su falta de principios, hambre
ciega de prestigio, poder, y dinerario, su desoladora entropía? ¿Es posible co–crear
una cultura empresarial inspirada, sabia, al servicio de los seres, los humanos
y el planeta, que eleve la interdependencia sana y la responsabilidad
universal?
Hay ciertas personas que afirman que sí.
Son personas como Jeff Klein (CEO de Working
for Good, autor del libro del mismo nombre, que vendría a ser algo así como
Trabajando para bien) y que pregona
que uno puede hacer una diferencia ganándose la vida. Personas como John
Mackey, co–CEO de Whole Foods Market –un tipo de veras interesante que en 2006
se redujo el salario a un dólar al año– y uno de los grandes representantes y
pioneros del capitalismo consciente (junto a Raj Sisodia escribió el libro El capitalismo consciente: liberar el
espíritu heroico de las empresas). Personas como el talentoso Fred Kofman,
autor de La empresa consciente: cómo
construir valor a través de valores. Kofman,
incidentalmente, es el director del Conscious Business Center en la Universidad
Francisco Marroquín, lo cual no deja de ser estimulante (ver: http://consciousbusinesscenter.ufm.edu). Personas como Patricia Aburdene, autora de Seven
New Trends That Will Transform How You Work, Live, and Invest (Siete Nueves
Tendencias Que Van a Transformar Cómo Trabaja, Vive, e Invierte).
No
hay contradicción
Las empresas conscientes al parecer se
están haciendo preguntas muy importantes y profundas sobre la naturaleza de las
transacciones y los negocios. Su intención es construir propósito más allá del rédito técnico o la ganancia calibrada
de los accionistas. John Mackey, co–fundador y co–CEO de
Whole Foods
Market, y uno de los principales voceros del movimiento empresarial
consciente, lo explica de esta manera: necesitamos comer para vivir, pero el
propósito de vivir no es comer.
En este nuevo paradigma, uno se aleja de
esa concepción del negocio como una máquina fría que ensambla fuerzas enajenadas
de producción. En este nuevo paradigma, la colaboración es puesta por encima de
la competividad.
Mackey
por ejemplo percibe la empresa
como un ecosistema. Un sistema comunitario y conectivo en donde ya no se busca un
dividendo concentrado para unas minorías introvertidas del mismo, sino que
procura, de un modo muy articulado y abierto, beneficiar a todos los stakeholders (o audiencias interesadas)
como los clientes, los proveedores, el medio ambiente, las comunidades inmersas
en el universo empresarial, y la sociedad en general. En esta paradigma, la
cooperación y la inclusión de todos estos agentes generan mejor valor, aún si
es en un plazo menos mánico. No es que los accionistas y socios no reciban
interés en esta fresca estrategia. Mackey de hecho es muy enfático a
la hora de defender esos intereses. Lo que está diciendo es que no hay
contradicción entre el valor de las participaciones de los accionistas y la
organización empresarial consciente.
Los portavoces de este modelo no rechazan
–de ninguna manera– el beneficio ni el bienestar material. Pero a la vez
sostienen que las empresas no están allí para ser meramente exitosas, sino son
verdaderas proscenios para realizar el bien, cumplir con un esquema superior de
cultura corporativa, fundamentado en la atención plena y la generación
activa de elecciones conscientes. En este dinámica, no hay contradicción
alguna entre prosperidad y coherencia. Es un paradigma que sabe que el
capitalismo inconsciente en buena parte no sirve, pero tampoco desea por ello
salirse del modelo capitalista.
Hoy en día hay una creciente demanda de sistemas
corporativos que no traigan tragedia, vergüenza y escándalo (por ejemplo
ecológico) a la civilización y a los seres del planeta. Son muchas las personas
que ya no quieren invertir en esta clase de empresas, y ya no quieren trabajar tampoco
en ellas. Lo que quieren más bien es invertir y trabajar en empresas que
impulsen el significado, el servicio, los códigos comunitarios, la consciencia
ambiental, y la realización y mística evolucionaria. Al estudiar estas
compañías, uno se da cuenta que su rendimiento ha es de hecho excepcional; sus
empleados están felices y están altamente motivados; son bien vistas por las
comunidades en donde residen. ¿No es eso éxito, realmente? Los resultados y porcentajes de crecimiento
de estas empresas son inspiradoras.
Citemos
otra vez a John Mackey:
“Yo fundamentalmente creo, con todo mi
corazón, que el capitalismo consciente se convertirá en un paradigma dominante
en el siglo XXI; y eso será porque sencillamente funciona mejor; es una forma
superior de hacer negocios. Le va a ganar a sus competidores.”
Empresariado
consciente no es responsabilidad corporativa
Muchas empresas puede que tengan una
consideración más o menos idealista en su plataforma corporativa, pero aquí
estamos hablando de algo mucho más significativo, menos ornamental o solamente
predicativo: un modelo superior de negocios basado en intuiciones y prácticas
provenientes de regiones más elevadas y refinadas de entendimiento empresarial.
La consciencia es lo que separa el capitalismo consciente del viejo modelo de
responsabilidad social, que sigue sirviendo al viejo paradigma de capitalismo
pre–consciente o llanamente inconsciente. Todos sabemos que la responsabilidad
social, tal y como se vive actualmente, parte muchas de veces de un espíritu
crudo o sutil de manipulación, y sirve intereses prevalentemente propios, y son
nomás sepulcros blanqueados (un ejemplo particular de ello es el greenwashing,
esa práctica por medio de la cual las compañías quieren darse un tono
ambientalista, cuando en verdad no hay una verdadera ética ecologista en ellas).
Rasgos
de una empresa consciente
Una empresa consciente podría revelar
los siguientes rasgos o dimensiones (el listado no es exhaustivo):
–La generación
de sistemas organizacionales que sean directa o indirectamente ambientalistas y
verdes, y en alguna medida den importancia a la preservación de nuestros paisajes
materiales, en pos de una civilización planetaria sostenible. La inclusión en el
proyecto empresarial de un respeto a los legados vegetales, animales y
terráqueos en su conjunto.
–El empresariado consciente se alinea
con patrones de inversión responsables, e invita a que otros lo hagan también. Asimismo,
es activista del consumo ético.
–Muestra aprecio por el respeto radical
en los lugares de trabajo, lo cual supone jerarquías no agresivas o impersonales,
y el cultivo experimentado y profundo de relaciones sanas y abiertas dentro de
la empresa.
–De extrema
importancia es crear un plan ambiental de trabajo que traiga bienestar a sus
trabajadores y exalte su talento. Por demás, las empresas conscientes buscan dar con zonas
laborales estimulantes, relajadas, bellas y espaciosas, en donde el empleado
fusiona la satisfacción física, emocional y espiritual con el rendimiento
laboral. Ambientes de trabajo que sean significativos, imaginativos y armoniosos,
que apoyen a los trabajadores individuales y la vez la mutualidad del sistema
todo.
–Se empuja y recompensa la autoría
responsable, la iniciativa, la autonomía inteligente en los empleados, a la par
del trabajo sinérgico y en equipo. Se
empodera a los individuos para que no caigan en patrones de victimización,
dependencia laboral, y micromanagement o gestión controladora. Se estimula el
liderazgo activo e iluminado. Se distribuye y desciende el liderazgo a los
cuadros medios de la empresa y los empleados de a pie, convirtiéndoles a ellos
también en entrepreuneurs en el
sentido más directo de la palabra –emprendedores dinámicos– y en activistas
sociales y políticos en el ambiente empresarial.
–Se da un efecto de redistribución y ecualización
de los salarios y segmentos de poder y prestigio en las compañías.
–Hay una
preocupación automática por el derecho, la dignidad humana y el tejido social.
La creación de espacios de integración para las complejidades humanas, en un
ambiente igualitario y respetuoso de las diferencias (no es una mera
etiqueta o corrección política). Creciente sofisticación de las pulsiones comunitarias,
cooperativa y societales a partir de la empresa.
–Se
estimula la comunicación abierta, verdadera y respetuosa, la sana mutualidad y
resolución de conflictos, la humildad sana y el sano orgullo. Se mantiene la
palabra y se apoya la libre expresión, y la expresión bella. Se da voz a las
personas.
–Se fomenta la belleza natural y creada.
–Hay una mentalidad y una motivación que
rebasan o trascienden lo meramente dinerario o transaccional, y se decantan
hacia el conocimiento, la creatividad y el servicio.
–Se revaloriza lo subjetivo y lo
intersubjetivo en las dinámicas de la empresa y sus relaciones. Métricas
objetivas y puras externalidades no son ya exclusivos puntos de referencia. Hay
patrimonios intangibles espíritu–corporativos.
–Se celebran –aún más que en las
empresas habituales– las códigos y valores vivos, no impersonales o meramente
decorativos. Estas fuerzas axiológicas tienen de hecho más importancia que el
éxito material. Hoy hay iniciativas para mapear valores en las empresas (ver el
trabajo de Richard Barret). En particular, hay un gran respeto por la
integridad y el accountability, o
rendición de cuentas. Por demás, para las empresas conscientes, es importante
que los valores naturales de los empleados estén en acorde con los valores
naturales de la compañía. Las empresas conscientes tienden a
absorber responsabilidades y compromisos sociales (tantos de ellos
tradicionalmente adjudicados al Gobierno).
–Se busca generar un clima de trabajo inspirador y profundamente
gratificante, que lleve a las empresas y sus empleados a niveles de realización
y bienestar más complejos, y en donde puedan actualizar su potencial al máximo.
Estamos hablando de trabajo
que da y no quita vida. La empresa se ocupa íntimamente de sus trabajadores, y
les ofrece programas significativos de protección y cuidado, en salud y otros
intereses. Se preocupa de un modo no invasivo por la armonía de sus vidas
personales, estimula aquellos proyectos íntimos que les traerá plenitud, salud
y funcionalidad, y los apoya para que tengan patrones de vida más sanos y
significativos en general.
–Cultivo de valiosas inteligencias adaptativas, tales
como la emocional, la social o la intuitiva. El reconocimiento y aprecio del
poder intuitivo como un gran auxilio para hallar rutas de eficacia dentro del
espectro de complejidades de la compañía.
–Precisión, fluidez y ética
informacional. Pasar de la era de la fría información a una era de sabiduría
administrativa. Manejar bases de datos y métricas responsables.
–Búsqueda consciente de nuevos patrones
de creatividad, innovación y generación de soluciones morales, técnicas e
institucionales. Esa creatividad es utilizada para resolver problemas tanto
internos y externos a la compañía. En particular, una consideración por el
cambio y el desarrollo altruista.
–Las compañías conscientes reconocen sus
dimensiones–sombra y las trabajan, así como sus patrones inconscientes.
–Una empresa consciente también procura
establecer una cultura global que refleje el paradigma para el cual trabaja.
–Quien dice consciencia dice
espiritualidad, pues la consciencia es el amalgamador común de todas las
espiritualidades. Es la llegada de la espiritualidad –no de la religión, ojo– a
los contextos organizacionales. Se establecen prácticas de presencia, sabiduría
y reciprocidad consciente en los lugares de trabajo. En algunas compañías, se
da mucho valor a la meditación y al aquí y ahora laboral.
Hacia
un capitalismo consciente
John Mackey nos explica que el
capitalismo consciente no es otra cosa que un ecosistema interdependiente de
empresas conscientes interactuando entre ellas. Añade que cuando hayamos creado
suficientes empresas conscientes veremos cómo el paradigma capitalista de los
siglos XIX y XX se desplazará a un capitalismo de siglo XXI, basado en empresas
conscientes.
¿Podrá este nuevo movimiento emergente
de empresariado consciente imponerse sobre el antiguo régimen capitalista?
Hay buenas razones para pensar que sí… siempre
y cuando no matemos el planeta antes, y a nosotros con él, claro está. Por
tanto es importante que los empresarios conscientes se multipliquen y conformen
una comunidad global alineada. Por fortuna, el movimiento está creciendo muy
rápidamente; con lo cual la esperanza
subsiste.
Una pregunta desde luego surge: ¿se
atreverán los empresarios guatemaltecos a adoptar este nuevo paradigma?
1 comentario:
Es interesante el planteamiento. Pero la pregunta es ¿que tan fuerte es este movimiento?. No hay duda que los postulados son ingeniosos, pero me recuerda, a los planteamientos del siglo XIX sobre la el beneficio social de las empresas.
Podría ser que este movimiento se esta gestando ante el continuo flujo de información que vuelve imposible mantener en secreto las cosas; y los estudios académicos junto con los resultados positivos de algunas economías que no se han sometido del todo al neoliberalismo.
Existe un libro interesante que analiza la acumulación de capital que esta siendo objeto de debate hoy en día. El titulo del libro es: " El Capital en el siglo XXI", Thomas Piketty.
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