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Disculpas cuarteadas

1) Este texto es una respuesta a la columna de Faitelson –que él publicó luego del escándalo de su tuit, en el portal de ESPN.
           
  
2) El futbol rara vez me interesa, salvo cada cuatro años, y de lejitos. Cuando me ha interesado ha sido más bien como fenómeno sociológico o, por decirlo así, literario.
           
Esta columna no es una evaluación de futbol nacional, sobre el cual nada sé, aunque no hay que ser un genio para comprender que no somos Alemania, ni futbolísticamente hablando, ni en casi cualquier sentido.

No me interesa defender el futbol guatemalteco, y tampoco me interesa particularmente defender ese constructo abstracto llamado Guatemala. No va de eso la columna.
           
No estoy aquí para proteger un pretendido honor nacional, que lo tenemos tirado en los hospitales, las calles, en las desdichadas ruralidades.

Si me tomo la molestia de responder a Faitelson (Efe, a partir de ahora) es porque me parece que el asunto ya tomó estimables dimensiones.

Porque terminó siendo algo más grande e interesante que lo que originalmente era –a pesar (¿o justamente por ello?) de sus salidas de tono y dobles discursos.
           

3) Cuando dije que iba a responderle a Efe, muchos me dijeron: no vale la pena.        

Pero eso seré yo quien lo decida.

Los guachimanes que reparten y normativizan lo que se debe o no discutir públicamente no me interesan. Dicho de otro modo: me la sudan los que creen que este asunto no tiene sentido y que procuran convencerme que es una pérdida de tiempo y energía.
           
Como si yo no tuviera un criterio propio.
     
Por demás, no se me escapó que algunos despreciaron la controversia por alguna clase de esnobismo cultural. Pero ahí donde ellos ven vulgaridad, yo veo una oportunidad teórica y una columna. Si aquí se dio un fenómeno interesante, ¿por qué no voy a tomar el tiempo de explorarlo? Siempre he admirado a aquellos escritores e intelectuales que pueden hacer comentario social serio a partir de algo aparentemente anodino. Y en lo personal creo que el affaire de Efe está lleno de insights valiosos.  
           
Es cierto que se le ha dado mucha atención a la controversia del tuit, pero qué clase de atención, yo me pregunto. Es cierto que se ha vociferado mucho en torno a este debate, ¿pero cuánto se ha articulado? Cuestión de centrifugar la discusión y separar lo pertinente de lo innecesario.


4) El futbol no es un tópico menor. Quien diga eso no sabe en qué planeta vive ni el poder que tiene el futbol sobre las consciencias. Un hipercontexto del cual se desprenden considerables secuencias sociales. Un tema nada inerme que merece un resto de atención.  
           
El futbol tampoco es algo que ocurre en el vacío, como una especie de entelequia en el reino de las nociones deportivas puras. Efe dice que se limita a comentar de futbol, pero el futbol no es algo que se puede insularizar en el paisaje cultural.
           
Porque después de todo el futbol es un fenómeno cultural, podemos esta de acuerdo en ello. Y hay que saber que en la cultura no existen las fronteras: todo se entrelaza con todo.

Además, no es cualquier fenómeno cultural: es uno particularmente succionador y totalizante, un auténtico magnetizador de pasiones intersubjetivas, que reúne y representa buena parte de las alturas y las asquerosidades del ser humano, aquí en Guatemala y en todas partes.
           
“Cuando los héroes numerados saltan a la cancha, lo que está en juego ya no es un deporte”, dice un mexicano a quien tanto estimamos, Juan Villoro.

Pero si ya no es un deporte, ¿qué es? 

Muchas cosas, y entre ellas es nacionalismo enfermo y violencia canallesca. 

En tal sentido no ha de extrañarnos ya que la crítica futbolística, o cualquier cosa relacionada con el fútbol, genere intolerancia. ¿Puede alguien ser tan ingenuo como para no estar enterado de ello, o tan caradura para negarlo?
           
Esa violencia del futbol no es gratuita; ha sido alimentada por grandes intereses, y hasta el más bienintencionado comentarista deportivo está en la corriente de esos intereses.
           
El futbol no es aparte de grandes territorios culturales como la historia, la patria o su prima fanática la raza. Podemos lamentarnos lo que queramos al respecto, pero es evidente que todo viene junto. Creer que un comentario de futbol no va a despertar ardores en esos ámbitos es de una candidez exasperante.  


5) De Efe apenas sé nada, más allá de sus ojos saltones. Con mi esposa a veces nos reíamos de él, con él, cuando se agarraba a cachimbazos en la televisión con un carcamal cuyo nombre no recuerdo. Ha sido identificado como un periodista muy capaz e icónico de las artes deportivas pero también como todo lo contrario. A decir verdad, ignoro si Efe es un buen crítico, y realmente este texto no pretende dilucidar eso. Tampoco es de entrar en rencillas con un señor que no conozco. Escribo este texto como una réplica no personal a su columna. De hecho si Efe lo lee o no es hasta cierto punto irrelevante.


6) Así como no me gustó el tuit de Efe –simplemente porque estaba mal escrito– tampoco me gustó la contestación de la chapinada parasitaria y onanista. Hay que ver lo fácil que es cucar a un chapín. Efe los cuca y ellos caen. Y proceden a emanar un tsunami interminable de chabacanería, terrorismo y demagogia. Es el guatemalteco chauvinista, moralista, guarro, escupidor y escatológico.
           

7) La declaración del Presidente, ya ni digamos. Mis opiniones de Jimmy Morales ustedes ya las conocen, y si no, pueden enterarse, por ejemplo, en mi columna Ni Jota. Todo lo bananero de nuestra república se concentra sin remordimiento en su figura. Ese señor es una vergüenza.
                       

8) Me gustó de hecho que Efe no permaneciera mudo, se defendiera (lo cual además es muy mexicano: todo mexicano es contencioso, dado que el gran vicio de los mexicanos es, por supuesto, el poder). Me gustó que dijera cosas de todo punto ciertas, por ejemplo respecto a la sacralización del futbol.
           
Yo creo que la respuesta de Efe es extremadamente hábil, una buena y equilibrada pieza de relaciones públicas en donde defiende el propio territorio pero a la vez consigue mantener una cierta vulnerabilidad.
           
Por supuesto, el haber empezado con la nota de sus hijas fue nada cándido, muy inteligente.
           
Y claro, habla bien de los guatemaltecos, mencionando a Miguel Ángel Asturias y a Rigoberta Menchú. Con lo cual solo le faltó Arjona para completar el panteón ritual de los Lugares Comunes. 
           
A Jimmy Morales (y a Fedefut, o como se llame eso) lo puso bastante en su lugar, en un párrafo muy bien escrito, al cual yo no le cambiaría nada.

Efe termina diciendo que ese mundo –el del odio y la intolerancia– no es el mundo que él quiere para ellas, sus hijas.
           
Pues obvio. Nadie quiere ese mundo. Yo tampoco. Ni la mayoría de guatemaltecos.


9) “Un simple mensaje de Twitter”, dice Efe es su columna. ¿Pero es un simple mensaje de Twitter?
           
Es imperdonable que un comunicador de alto perfil no tenga claro (o finja no tener claro) cuál es el grado de impacto que puede tener un tuit suyo, incluso hecho de pasada. Y aún si solo es de futbol, podría agregar. Pero más bien agregaré esto: especialmente si es de futbol.
           
Da igual si son 140 caracteres (o 145, como puso Efe). Si alguien no entiende el poder de 145 caracteres es que no vive en el siglo 21. Un tuit –en tiempos de la comunicación viral y autopoiética– es un revólver.
           
Vivimos en la era de la supercirculación informacional y de la comunicación transnacional. Y eso quiere decir que debemos tener un sentido muy afinado de las pertinencias culturales, en un mundo de tribus globalizadas. Que nuestra intención no sea la de ofender un determinado ámbito cultural no significa que no estemos, de hecho, ofendiéndolo. Nuestra intención, para más señas, no basta. La realidad es que nuestras palabras están causando un determinado impacto en determinado ambiente, nos guste o no. ¿Podemos asumirlo?
           
La pregunta aquí es: ¿cómo ejercer la crítica en un contexto de alteridad translocal?
           
Otra pregunta podría ser: ¿le interesa a Efe mantener una conexión genuinamente respetuosa con sus audiencias centroamericanas? 


10) Aquí hay un asunto de forma. Uno puede decir que Guatemala es un cualquiera –futbolísticamente hablando– y tener razón. ¿Pero es hábil y es importante comunicarlo así?
                                                                                     

11) Si las disculpas de Efe no fueron del todo bien recibidas o tomadas en serio es porque hay algo en ellas de cuarteadas. Puede decirse incluso que traen un doble discurso. Parece que estuvieran diciendo algo, pero debajo de lo que dicen encontramos una energía que no rima y un subtexto.
           
Primero está eso de marcar el golpe y pretender salir luego en caballo blanco (haciendo lo que hacemos todos los críticos: hablando pontificiamente de la crítica). En mi país, y en el de Efe también, a eso se le llama tirar la piedra y esconder la mano. Y es que Efe tiene eso de calientapijas.
           
En lo personal, yo no tengo un problema con el insulto. Yo insulto todo el tiempo. El insulto puede llegar a ser una posibilidad muy respetable, en ciertos contextos. Si no recordemos a otro gran crítico de ESPN, muy superior en recursos a Efe, me refiero al gran y temible Hunter S. Thompson (que por cierto nunca hubiera citado a su propia hija, del modo que Efe lo hizo).
           
Lo que no podemos es insultar y luego descafeinar las propias palabras. Es crear un enfrentamiento y luego racionalizarlo marrulleramente. En Efe todo es un ir y un venir.
           
Así pues, el problema no es que tenga mala leche: el problema es que pretenda después ocultarla y matizarla.
           
Con todo lo ladino que es Efe, a Efe eso de matizar le sale bastante mal.
                                   
             
12) Por un lado habla de odio y de intolerancia; por otro lado habla (en el video que acompaña su columna) de “otro tipo de educación”, refiriéndose a los centroamericanos. E implicando de una manera muy políticamente correcta –que no es más que superioridad disfrazada de apertura– que tenemos mala educación.
           
Aquí veo dos problemas: el primero es el de procurar suavizar la primera posición –por demás, legítima– con la segunda; el segundo que no todos los centroamericanos tenemos esa educación “distinta” ­que pretende endilgarnos, sin contar que la misma, en rigor, existe en todos lados, aunque él diga otra cosa.
           
Estoy seguro que varios de mis amigos mexicanos estarán de acuerdo conmigo.
           
También dice que tenemos una forma distinta de entender la crítica. Nunca lo va a admitir, pero lo que está sugiriendo es que nosotros tenemos una forma de entender la crítica propia de salvajes premodernos y babuinos. Lo cual hasta punto es cierto. Pero nuevamente: babuinos hay en todas partes. Sin contar el tufillo subcolonialista y virreinal con que lo dice.
           
Que a Efe le sorprenda que una crítica de futbol pueda generar pasiones irracionales ya roza la ingenuidad o el cinismo. Ahora bien, yo pienso que Efe no es nada inocente: que su inocencia, cuando está ahí, es una pseudoinocencia, es una inocencia estratégica. Dicho en términos coloquiales, que seguro Efe entenderá: navega con bandera de pendejo. Lo hace relativamente bien, pero al final siempre se le nota, y se le sale, la intención subyacente, y una o dos ofensas entre líneas, en lo que dice, y esto por supuesto nos saca a muchos de onda.


13) Naturalmente, que la mala educación exista en todos lados no exculpa de tenerla en Guatemala.
           
Nada excusa la desproporcionada procacidad y agresión de muchos de los comentarios e imágenes que Efe recibió.
           
Pero entiéndase que aquí hay algo que va más allá de la mala educación.
           
Hay que entender que la réplica que obtuvo Efe por parte de los guatemaltecos es la respuesta de un país en bancarrota en todos los niveles, incluyendo los emocionales y comunicacionales.
           
Lo que él llama con el nombre de “educación distinta” es realmente el síntoma de un país enfermo, con serios problemas materiales y culturales.
           
Decir otra cosa sería negación.
           
Creo realmente que la columna de Efe falla en ver la perspectiva amplia del problema. Que Efe haya sentido miedo es normal y es humano. Es muy difícil no ver todo este asunto como algo personal, cuando los insultos son tan verazmente personales.
           
Y sin embargo me gustaría recordarle a Efe que aquí hay un contexto mayor, que necesita de todos, nacionales y extranjeros, mayores grados de empatía. 

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